Las ondas de choque terapéuticas se introdujeron como tratamiento médico para eliminar cálculos renales sin causar lesiones en la piel hace más de 20 años.
Las ondas de choque son pulsos generados por aire comprimido que se convierte en energía acústica. Luego, los pulsos acústicos se transmiten a través de una onda dispersiva al tejido del área afectada.
En fisioterapia usamos dos tipos de ondas de choque entre los que elegir en función de la lesión a tratar.
Ondas de choque radiales (RSWT) y ondas de choque focales (FSWT). Aunque los estudios clínicos actuales muestran que los efectos de estimulación y el mecanismo terapéutico son bastante similares en ambas, existen diferencias que es importante conocer.
Ondas de choque focales: En las ondas focales la propagación tiende a focalizarse, cómo su propio nombre indica, en un punto, transmitiendo toda la energía a un punto muy profundo y específico. Por eso, estos aparatos de ondas de choque focales se utilizan para disolver y eliminar los ya citados cálculos renales. Las ondas de choque focales se utilizan para estructuras muy profundas (hasta alrededor de 12 centímetros) y que necesitan de una energía muy alta. Este tipo de ondas de choque está más enfocado al tratamiento médico. Tienen un mayor riesgo de producir una lesión verdadera en el organismo si no se ejecutan correctamente y sobre la estructura diana.
Ondas de choque radiales: Las propagación de las ondas radiales tiende a ser expansiva. No se focaliza la energía en un punto final y su eficacia en la trasmisión de energía empieza a disminuir levemente y de manera progresiva a los 3 centímetros de profundidad. Este tipo de onda de choque es el más empleado en fisioterapia debido a que la mayoría de estructura diana (tendones, musculatura, hueso, ligamentos) no se encuentran a una gran profundidad. Al no focalizarse sobre un punto, los riesgos o efectos secundarios asociados son menores.
Las ondas de choque extracorpóreas han demostrado tener efecto analgésico y antiinflamatorio, aumentan temporalmente la vascularización y activan la angiogénesis. Además, fragmentan los depósitos calcáreos y estimulan la neosteogénesis en procesos de pseudoartrosis y retraso en la consolidación de fracturas.
Ya sean focales o radiales, como alternativa a ciertas intervenciones quirúrgicas, con la reducción del riesgo que esto supone.